"Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo."
Federico Engels -Discurso ante la tumba de Marx
La caída brutal en pobreza, analfabetismo, mortalidad infantil, etc, dada desde el siglo XX, parecen alimentar esta tesis, llevando a Pinker a postular la idea del "progreso humano" casi como un hecho de estatus científico (por ejemplo ver). Pero no deja de ser curioso que estas lecturas lineales, y casi teleológicas de la historia, rechazadas por historiadores hace décadas, sean aún refrendadas por "pensadores" actuales, y los historiadores no han perdido la ocasión de mofarse de la ligereza intelectual de Pinker (como este especial del Journal Historical Reflections).
Lo que hacen con tanta liviandad Pinker y otros, es adoptar burdamente una postura universalista, en la que abrazan una serie de valores (particularmente los de la "ilustración"), adoptándolos como la vara objetiva respecto a la cual juzgar el mundo, y ordenar la información en este. Postura que prefiere ignorar el que no hay absolutamente nada en la historia per se que revele "progreso" de manera autoevidente, la noción de "progreso" pinkeriano es una categoría normativa que se imputa o fuerza sobre la realidad.
Y es que estas discusiones son casi bizantinas, el ingreso de la mujer en el mundo laboral, celebrado en parte de occidente, es sinónimo de precariedad y desprotección de estas en otros países y culturas, la defensa o protección de la niñez, un signo de debilidad, la sinceridad y el ser directo, señales de poca empatía, etc. En el fondo el progreso de unos, es retroceso para otros, y la perspectiva moral sobre la cual juzgar tales valores, responde a variables psico-socio-históricas que envuelven al sujeto que los posee.
Por supuesto, y en lo personal, también coincido (o podemos coincidir) con el proyecto de la ilustración y preferir la racionalidad sobre otras formas de subjetividad, pero eso no significa adoptar una perspectiva de superioridad moral respecto a otras formas de ser, o la definición de esta como un valor absoluto con el cual juzgar el devenir de la historia y su pretendido "lugar correcto". Eso es filosofar a martillazos.
Ok, pero, entonces ¿Cómo leemos esas cifras?
Del reconocimiento de la idea de progreso como una mera categoría normativa, libramos a las cifras de una pretendida lectura univoca, pasándolas al campo de la interpretación, los datos no matan relatos, más bien, los datos solo viven a la luz de relatos.
Pero hay relatos que pueden o no ser coherentes con la información que tenemos, y como contrapelo al "relato del progreso", tenemos otro relato que es tan errado y transparentemente falso, que yo llamo "el relato del hambre". Este es un relato presentista, que se resguarda en diagnósticos del "capitalismo como repartición de la miseria", de pueblos que mueren de hambre y pobreza, de sociedades hiper explotadas y "cansadas", de niños y ciudadanos más ignorantes que nunca, que no leen, con menos cultura que nunca, etc. Pero volvamos a ver la gráfica de arriba y pensemos ¿Este relato calza con estos datos? Es más, siquiera calza con otros datos más específicos, veamos por ejemplo la cantidad de horas de trabajo anual o las tasas de ingreso a la universidad.
Como se observa, salvo por ciertas caídas producto de contextos históricos, la tendencia es marcada en la "mejora" de estos indicadores, revelando 2 cosas: 1) la profunda desigualdad global que aún persiste, por hacer una analogía, ciertas zonas de África solo recientemente han alcanzado niveles que América (como macro continente) tenía en los '70, y 2) que distinto de lo que plantea el "relato del hambre", nuestra sociedad nunca antes había estado tan educada y con tanto tiempo libre.
"Ah es que los niños de ahora no leen", comparado con cuando ¿Cuándo morían en fábricas o abandonados en las calles? A menos que asumamos que las Ues del mundo están aceptando sistemáticamente analfabetos, esa idea de que la juventud no lee es BULLSHIT, la conchetumare que leen, no tanto como se quisiera, no las cosas que uno quisiera, son temas a debatir, pero ahí están las cifras, si leen.
Algo similar podemos decir de la explotación, nunca antes habíamos tenido tanto tiempo libre ¿Sociedad del cansancio? Si, la de cuando la jornada laboral duraba 12 horas o más, no habían derechos laborales, o los trabajadores eran acarreados a la fuerza a los campos o a la guerra ¡Nunca antes nuestra sociedad ha estado más descansada! Y no tienen por qué creerme a mi, ni a nadie, vayan a mirar la evidencia, aunque claro, quién está convencido de que su relato es cierto, por mucho que la evidencia conflictúe con su punto de vista, no cambiará de opinión.
Esto no significa decir que el hambre, el trabajo infantil, la explotación, etc, no existen, el punto es la tendencia general de estos fenómenos, para los que el "relato del hambre" simplemente presenta un cuadro a-histórico o negacionista ¿Cómo explican estas cifras entonces?
Es preciso conceder si, cierta crítica técnica, por ejemplo, que los indicadores tienen supuestos complicados, que no miden directamente lo que se espera, etc, etc, pero en muchos casos son una mejor aproximación que la evidencia anecdótica, y sobre todo, si se usan otros indicadores para medir lo mismo, la tendencia se mantiene, incluso bajo supuestos más conservadores, o con otras mediciones, da lo mismo, es más, busquen otros datos, de otras fuentes serias, y vean si acaso la tendencia general a la "mejora" en indicadores relativos a la calidad de vida de las personas no se aprecia como tal (una excepción notable por ejemplo, son los datos de desigualdad, los cuales requieren una discusión interesante sobre que información transmite).
¿Pero si descartamos el relato del progreso, y vemos que el relato del hambre no calza con la evidencia, entonces qué?
Una vez que nos limpiamos de simplismos sobre ideologizados, podemos empezar a mirar matices y otros marcos conceptuales, y aquí existen uno que en ciencias sociales se ha venido usando mucho, la llamada "complejidad social".
El concepto de complejidad da para una discusión gigantesca que generalmente aborda las propiedades emergentes, el caos y no linealidad, entre otras. Pero en el fondo, desde una mirada intuitiva, la complejidad refiere a un sistema que es imposible de explicar o entender desde la comprensión de las unidades que lo componen, y que por lo demás, desde las condiciones iniciales de los atributos que la componen y su interacción, es imposible predecir su resultado. Así mismo se hace un énfasis por la escala de observación, como interacciones locales, generan patrones meso o macros sociales, y como a su vez tales patrones pueden afectar la forma de las interacciones locales.
En esa línea cuando miramos sociedades desde la óptica de la complejidad, los cientistas sociales se fijan en las diversas propiedades de los grupos a estudiar, tales como su producción cultural (herramientas, leguaje, edificaciones, etc), forma de organización social, creencias, tamaño del grupo, instituciones, etc. comprendiéndolas desde su interacción, determinadas formas de organización social funcionan de diversas formas según el tamaño del grupo, y generan distintas producciones culturales, etc.
Esto permite reemplazar una categoría normativa como la de progreso, por una donde las sociedades pueden ser comprendidas por los diversos niveles de complejidad que muestran en la interacción de variados aspectos.
Por ejemplo, la propiedad "educación" en un sistema social (ej: un país, una etnia, etc), puede mostrar entre sus parámetros los años de escolaridad, y dentro de la escolaridad, sus formas, digamos educación básica o no educación, por lo que, todo lo demás constante, otro sistema social con más años de escolaridad, y una ramificación de formas de escolaridad más amplia (digamos educación primaria, secundaria, técnica, universitaria, etc.), será un sistema social más complejo, dadas las diversas combinaciones o resultados que puede gatillar en el sistema social, los atributos de esta propiedad. Lo mismo si agregamos cosas como ingresos, acceso al consumo, o tecnologías.
De esta forma, si miramos un mismo sistema social en el tiempo, la información contenida en la "mejora" de los indicadores, puede ser leída como aumentos en la complejidad de tales sistemas con respecto a sus estados previos. Una buena ilustración de esto, la podemos obtener del diagrama Inglehart-Welzel, basada en los datos del World Value Survey (una breve explicación la pueden encontrar acá), busquen a su país y vean como se ha movido entre 1996 y 2020.
Tomemos por decir el caso de Chile, este en 1996 se ubicaba en el resto de la región, en un cuadrante de corte más tradicionalista, y relativamente cercano a valores de supervivencia relacionados a las necesidades de seguridad económica y física, en contraste a los de auto expresión, vinculados a necesidades "posmateriales"; la lectura es que, resueltas las primeras, es más probable tener las segundas, lo que explica por qué justamente los países más desarrollados (o diremos, complejos), son los que más alto marcan en esa dimensión.
Pero veamos que pasa en 2020, observen como Chile se desprende del resto del continente, avanzando hacia valores seculares, con un menor énfasis por la moral religiosa, la centralidad de la familia, y otros temas, más prevalentes en la región. La lectura es que, esta sociedad que expresa nuevos valores, requiere leyes, instituciones, normas, etc., que estén a la altura de sus expectativas, y a su vez, tales nuevas instituciones, pueden gatillar nuevas formas de expresión, organización, demandas, etc.
Ya pero ¿De qué nos sirve esta mera aclaración conceptual?
Se los planteo de esta forma, quien aprende a caminar, luego puede aprender a correr o saltar, quien aprende a hablar puede comunicarse o cantar, y quien tiene posibilidad de estudiar, puede empaparse de nuevas ideas, aprender a razonar de otras formas, o también, cuestionarse cosas, y organizar un paro ¿Van entendiendo? Si vemos los llamados "nuevos movimientos sociales" que han irrumpido la escena pública desde la segunda mitad del sXX, estos no han sido movimientos campesino-obreros clásicos, no, han sido liderados justamente por estudiantes, y en nuestro caso, Chile, lo hemos evidenciado durante toda la post transición. La marcha de los pingüinos, las movilizaciones del 2011, e incluso el Estallido Social, partió por movilizaciones estudiantiles (aquí recomiendo ver el concepto de Sobre Producción de Elites del gran Peter Turchin).
Toda una generación que no conoció la dictadura, que nació en "Democracia" o que, a riesgo de molestar a algunos, fue (o fuimos) creada por las políticas sociales de la Concertación. Así, las nuevas demandas y todo el Estallido, en su espontaneidad y efervescencia, puede ser leído desde un aumento de la complejidad socio-cultural si se quiere, con nuevas generaciones de demandas que a generaciones anteriores ni se les hubiera ocurrido, junto a una nueva complejidad técnica que la ha potenciado ¿El Estallido hubiera sido tal sin televisión, sin smartphones e internet?
Todo en un contexto institucional-democrático, que si bien, es condición de posibilidad de la expresión de tales demandas, es al mismo tiempo su motivo de queja, mostrándose, desde una mirada maquiaveliana, incapaz de seguir el paso y capturar la información necesaria para dar respuestas satisfactorias a esa sociedad. Aunque es cierto que los reclamos han tenido que ver con legados de la dictadura, pero varias de las neo-quejas han sido problemas de la Democracia como la hemos conocido: el traspaso de pérdidas de las AFP a los clientes, el sistema binominal cambiado solo recientemente, la deuda universitaria, etc., y han sido estos, otro eslabón alimenticio de la descomprensión social.
Algunos podrán decir que esta mirada desde la totalidad, ya estaría expresada en Marx, y no podría estar más de acuerdo, puede que Marx hasta haya sido un buen teórico de la complejidad. El punto es que, indistinto del enfoque que adoptemos, los simplismos panfletarios, ya sean progresistas o mortificantes, no son buenas herramientas para leer una realidad tan compleja, y particularmente, respecto al relato mortificante del relato del hambre, no se deja de ser de izquierda o marxista, por reconocer que ciertos indicadores de calidad de vida de las personas, han mejorado de manera notable en los últimos años, y hasta podemos ver que, contra intuitivamente, ello puede ayudar a explicar las explosiones de malestar.
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